Brillar desde la oscuridad

De pronto me encuentro una vez más acá. Me han pasado muchas cosas desde la última vez vive a escribir algo de sobrepeso y cosas que me pasan por ser gordo.

Pensé, sinceramente que el contenido de esa columna podría haber sido de utilidad para muchos y de hecho, algunas personas han escrito no para decir sobre cambios de vida, pero si para solidarizarse o para empatizar por haber vivido lo mismo.

Pero me encontré otras personas que me hicieron otros comentarios más alentadores, como Nancy Dubón, una compañera de la compañía en la que trabajo, quien me dijo que el contenido de este blog le había sido útil en varios sentidos.

Meses antes, Haydi Carrasco, periodista de El Heraldo, me escribió porque se encontró datos valiosos diversos en este blog. Ambas me instaron a escribir más de eso, de eso en lo que pocos creen.

También tengo muchos correos electrónicos que llegan de varios lugares del mundo, sobretodo de Estados Unidos y muchos chicos que se buscan una tarea, un aporte y lo encuentran por acá. Muchos me llaman «profe».

Recientemente, hemos luchado con mi esposa por poder obtener un acceso a una aula de clases para ayudar a las nuevas generaciones de periodistas, pero el sistema educativo universitario pide dos requisitos fundamentales: ser amigo de los amigos y tener maestrías. Hemos optado por la segunda.

Yo, desde ya, le digo a ella, «me autodescarto» por completo de dar clases en cualquier universidad del país, porque creo que he dicho de más en Twitter y otras tantas en persona.

Pero luego de pensarlo acá, de encontrarme acá y ver como miles de personas a las que les llega el blog, me llama «profe», ¿De qué carajo me quejo entonces?

Espero en un futuro poder tener los fondos suficientes para profesionalizar este blog, que es una versión gratuita y el dueño de la plataforma pues, le mete la publicidad que le conviene.

De hecho, esa fue una de las razones por las que había dejado de escribir en esta plataforma, pues consideré que el lucro no estaba en mi esfuerzo.

En la vida como en el teatro no siempre se brilla desde el escenario. Muchas veces se hace desde la oscuridad. No soy el tipo más brillante del mundo, pero tampoco un fanfarrón que presume o se vende como un listo que no lo es.

En el fútbol, le dije a mi esposa, justo ella manejaba y conducía sobre el Anillo Periférico en Tegucigalpa una tarde en la que el sol nos tapaba la vista, «no todos los genios pudieron llegar al Real Madrid o al Barcelona, les tocó brillar en la modestia».

El Mágico González por ejemplo, un monstruo que yo, como maradoniano a morir, puede decir que era mejor que Maradona. De hecho lo dijo el mismo Maradona: «a vos Mago, siempre te quise a mi lado».

Gracias a todos por ayudarme a seguir, gracias a todos por motivarme con ese sencillo «profe» y sobretodo por impulsarme a brillar desde la oscuridad.

Foto: Imagen de Free-Photos en Pixabay

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