San Pedro Sula. Apareció entre los restos que la noche dejó antes de comenzar el partido. Estadio abarrotado y vestido de colores patrios. Luis Fernando Suárez sale al campo. De zapatilla lustruda y corbata en la misma tonalidad. Se mostró frío, en contraste con el calor y la humedad extrema que derrochó la Gran Ciudad.
Comienza el partido, y el colombiano se lleva las manos al rostro y luego a la cintura. Y en esa rutina permanece hasta que logra descifrar a lo que juega el rival. Entonces dá sus primeras indicaciones en señales al estilo béisbol. Sin ser obvio y sin olvidar su glamuor.
De cualquier forma sigue frío. No muestra mayor emotividad aunque por momentos el rostro le refleja ansias.
De pronto comenta con su AT Miguel Falero, toma dos tragos de agua de una botella, la tapa y regresa al área a dar indicaciones. Se para a veces como si fuese a esperar mucho tiempo, cruzas los brazos y con la mano izquierda se sostiene la barbilla.
Wilson Palacios le hace señales, el mira al banco y los contenciones suplentes (Alfredo Mejía y Arnold Peralta) entienden perfectamenta y salen a calentar tras el banco y allí verían el resto del primer tiempo.
A los 27 se cierra el saco y se hace señas con Palacios. A los 33 pro primera vez en el juego habla directamente con un jugador. Lo llama a Leverón y le dice que es tiempo de marcar personalmente a Luis Rentería. Suárez sigue frío, el tiempo se acaba y el equipo nacional no hace goles. Para el final de la primera parte, apenas y se sentó tres minutos. Entonces regresa al camerino con Falero… cavilando y charlando. Y pasa inadvertido entre el bullicio.
No fue distinto
Para la segunda parte repitió la rutina. Mostró su frialdad y sus pesares, pero no se desesperó.
Al 59 toma una decisión de riesgo, tras una avalancha de ataques rojos. Llama al utilero y este corre a decirle a Kervin Johnson, «vas a debutar». Antes de entrar al campo le dá una palmada y lo manda a la gloria. En el segundo tiempo gritó más.
A los 64 cuando el Súper Ratón la mandó al fondo, se cruzó de brazos y no se movió de allí hasta la reacción catracha que no llegó.
El segundo gol de Panamá al 80 si lo derrumba. Y desde las gradas hay una lluvia de botellas y vasos llenos que caen sobre los jugadores suplentes y sobre el DT Suárez que esta vez se quedó refugiado los últimos 10 minutos entre el techo del banco de suplentes.
Luego se presentó ante la prensa y dio más explicaciones sobre esta primera derrota.